El Camino del Norte es el más antiguo de todos y el primero en recorrerlo fue el rey Alfonso II el Casto cuando se descubrió la tumba de Santiago. Desde entonces, la peregrinación se extendió por todos los ramales de la Península Ibérica, convirtiendo los Caminos en lugares de peregrinación hasta el día de hoy.

Camino del Norte
Bordeando la costa cantábrica o atravesando la cadena montañosa de la Cordillera Cantábrica, los paisajes del Camino del Norte te transportan a otro lugar, y aunque sus caminos son duros siempre están acompañados por el mar que riega sus orillas. Pequeña aldeas que parecen perdidas entre los verdes campos, pueblos marineros que se pierden en el azul del mar, una gastronomía variada, fresca y casi siempre compartida con sus gentes, que tratan al peregrino como a uno más de la familia y que conocen el esfuerzo que supone atravesar su territorio para llegar al objetivo.
Una experiencia que será inolvidable ya se recorra a pie, en bicicleta o, incluso, a caballo.
Antiguamente fue el Camino más recorrido por los peregrinos que acudían a ver al Santo pero con la Reconquista quedaría relegado por el Camino Francés, más cómodo y seguro, donde se acondicionaron los caminos con puentes, posadas, señales…
La mejor época del año para recorrer el Camino del Norte es en verano, por las temperaturas suaves del recorrido. Y es que más de 800 kilómetros la hacen la segunda ruta más larga y, normalmente, sus etapas se suelen dividir en 32 ó 34, por lo que hay que tener muy en cuenta la climatología.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2015, la primera señalización que encontramos de él es la que se sitúa en el puente de Hendaya sobre el río Bidasoa, llamado Puente de Santiago. Desde allí recorrerá el País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia por lugares tan emblemáticos como Zarauz, Castro Urdiales, Laredo, Santillana del Mar, Llanes, Oviedo, Luarca, Ribadeo o Arzúa.